“Amor, que a nadie amado, amar perdona, me ató a sus
brazos, con placer tan fuerte, que como ves, ni aún muerta me abandona”,
escribió el Dante en el segundo círculo del infierno de su Comedia,
refiriéndose a Beatriz, a su eterna Beatriz.
Cuando nos
rompen el corazón, cuando sufrimos por un amor imposible, por una ruptura, por
un duelo, creemos que nadie ha sufrido igual. Nada más falso que esto, nada más común también. Ha sido
episodio en la vida de personajes célebres, de protagonistas de la historia, en
muchos casos de genios artistas que logran transmutar el amor en arte, el
sentimiento en creación y el dolor en pasión.
Tal es el caso del Gran Dante; escritor italiano
nacido en una familia burguesa florentina en 1265 y muerto en 1321. Poeta,
filósofo, pensador político e incluso embajador, con una basta obra literaria y
sin embargo al evocarlo nos viene por lo general a la mente dos cosas: la
Divina Comedia y Beatriz.

Sobra decir
que Beatriz no fue un simple personaje de una de las obras más destacadas de la
literatura universal. Beatrice Bici Di Folco Portinari, fue hija de una familia
noble florentina. Alighieri, a sus escasos 9 años la conoce y es a partir de
ese momento que queda enamorado literalmente a primera vista de ella. Se dice
que nunca cruzaron palabra, su mayor interacción: un simple saludo 10 años
después de haberla conocido.
Beatriz
muere alrededor de los 24 años y poco tiempo después Dante contrae matrimonio
con Gemma Donati por imposición, siempre enamorado, siempre amando a su musa, a
su protagonista, a su Beatriz.
La muerte
de su amada fue razón suficiente para que el poeta escribiera su primera obra
conocida; “Vida Nueva”, donde su protagonista y su musa resultan ser la misma
persona.
Diez años
después vuelve nuevamente a plasmar en tinta este amor en la ya mencionada
comedia. Un amor platónico que llevó al gran Dante a imaginar un paraíso en el
que su única guía podía ser ella, un amor jamás consumado en la vida real,
jamás materializado. Un amor que habitó siempre en la imaginación, en las nubes
del arte y en las letras del poeta.
Es mediante Beatriz que encuentra y logra la expiación de cualquier pecado que habitara en
su ser. Cualquier defecto podía ser borrado por ella.
¿Es
entonces el amor no correspondido el verdadero amor eterno?, ¿Es en realidad la
idealización de un imposible una efectiva manera de llevar a la eternidad un
amor?
Y entonces,
pregunto nuevamente, ¿cuántas veces no nos hemos encontrado en una situación de
amor no correspondido, con una ruptura o un desamor que transforma ese ser en
la figura más sublime de lo que aspiramos para la eternidad? ¿Es el amor o el
desamor el que inmortaliza?
Sólo muere lo que vive, sólo permanece inmortal lo que
nunca vivió.
(Este texto fue publicado en el periódico “El Fanzine”
no. 11 hhtp://elfanzine.tv )
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