viernes, 7 de octubre de 2011

El Laberinto



Tiempo que escurre de mi alma, 
alma que cruza sin verte tus brazos de siete mares. 
Hoy, mañana, siempre.
Navegando en mí para perderme, para encontrarte.
Señor tiempo, Señor obscuridad, Señor silencio. 
Hazme un lugar en tu corazón y déjame al fin encontrarte. 



Videoarte homenaje a Remedios Varo
Realización y edición: Alejandra Olivares
Guión: Norma Macías
Animación: Nacho Merino

jueves, 6 de octubre de 2011

Y los locos eran los cuerdos y los cuerdos los locos…



Gabriela Kawas M.


No queda aún clara la etimología de la palabra locura, aparentemente proviene del latín Locus – “Lugar donde se habla”, o del latín delirare, de lira ire, que significaba originalmente en la agricultura "desviado del surco recto". A fin de cuentas el loco es un rebelde que se atreve a vivir.

No trato en este caso sobre la locura esquizoide o sociópata, sino de la etiqueta que se le atribuye en muchos casos a una persona sana mentalmente que simplemente rompe esquemas y elige estar fuera del status quo.

Nadie establece normas reales más que la vida, nunca sabemos cuando será nuestro último respiro. Vivir el instante es vivir sabiamente, no es loco quien decide abandonar ciertas cosas para cumplir sus deseos más profundos, ni mucho menos es cuerdo quien sacrifica sus ilusiones por cumplir con las normas sociales. Probablemente me tacharían de loca por hacer esta afirmación.

En el tarot, el arcano cero es “el loco” que resulta ser el personaje que abandona todo para emprender la aventura de viajar a través del resto de los arquetipos o arcanos en búsqueda de la conquista de si mismo o de su mundo interno -arcano 21-. Aquel loco, se atreve a viajar la vida y se permite conocer en más de una faceta con la finalidad de comprenderse; no hay otra manera de conquistar la felicidad.

Vivimos en un mundo donde todo está al revés, tan absurdo que el cuerdo es aquel que permanece estático, que cumple con las expectativas sociales y que no se permite experimentar. Donde respirar contaminación es cordura y abrazar un árbol es locura. Donde comer productos químicos, procesados y saturados de conservadores y hormonas es lo natural, pero buscar alimentos orgánicos u optar por ser vegetariano es demente. Donde trabajar 10 horas seguidas en ocasiones de lunes a sábado es aceptado, pero intentar encontrar el trabajo de nuestros sueños sin cumplir con el “horario establecido de trabajo” deja mucho que desear. Un mundo donde la guerra es lo cotidiano, la violencia lo común y la frialdad entre los unos y los otros lo ordinario. Vestirse de colores es fuera de juicio mientras que el gris y el negro son lo adecuado.

¿Qué sería de este mundo sin la noche estrellada de Van Gogh y sin el Péndulo de Allan Poe, sin el cascanueces de Tchaikovsky y el surrealismo de Dalí, sin Einstein y sin las ideas de volar de Da Vinci?

¿Qué sería de este mundo sin aquellos que encuentran lo inimaginable en lo más simple y entregan su vida para encontrar esa vibración que motiva a imaginar y crear cada instante?

Se encuentran por todas partes, cotidianamente rodean nuestras vidas y siempre nos inspiran de cierta manera con sus comentarios o actitudes fuera de serie. Encuentran soluciones en lo aparentemente ilógico y crean arte del vacío; rompen paradigmas a cada paso que dan y simplemente se atreven a Ser.

En definitiva, los locos del pasado abrieron puertas para nuestro presente, los que se adelantaron a su época y enfrentaron a una sociedad que nunca estuvo ni está preparada para tales espíritus. Son quienes destruyen barreras para construir puentes muchas veces sin siquiera ser concientes de su increíble aportación al mundo.

Un poco de locura viene bien, de hecho, es lo único que le da cordura a nuestra existencia. ¡Que locura de mundo si no existieran los locos! Despertemos esa genialidad que todos poseemos, todos somos únicos e irrepetibles, no copias absurdas del resto.


"No está todavía claro si la locura representa quizá la forma más sublime de la inteligencia humana." - Edgar Allan Poe


(Este texto fue publicado en El Fanzine no. 12 http://elfanzine.tv)



miércoles, 5 de octubre de 2011

El Dante y su Beatriz




“Amor, que a nadie amado, amar perdona, me ató a sus brazos, con placer tan fuerte, que como ves, ni aún muerta me abandona”, escribió el Dante en el segundo círculo del infierno de su Comedia, refiriéndose a Beatriz, a su eterna Beatriz.

Cuando nos rompen el corazón, cuando sufrimos por un amor imposible, por una ruptura, por un duelo, creemos que nadie ha sufrido igual.  Nada más falso que esto, nada más común también. Ha sido episodio en la vida de personajes célebres, de protagonistas de la historia, en muchos casos de genios artistas que logran transmutar el amor en arte, el sentimiento en creación y el dolor en pasión.

Tal es el caso del Gran Dante; escritor italiano nacido en una familia burguesa florentina en 1265 y muerto en 1321. Poeta, filósofo, pensador político e incluso embajador, con una basta obra literaria y sin embargo al evocarlo nos viene por lo general a la mente dos cosas: la Divina Comedia y Beatriz.

Una comedia que en un principio fue llamada simplemente así y es hasta tres siglos después que se le atribuye el calificativo de “divina”. Una obra que nos lleva a un largo recorrido por el infierno, el purgatorio y el paraíso, donde el poeta romano Virgilio funge como su guía por los nueve círculos del averno y más tarde por el purgatorio. En contraparte, sólo una mujer era merecedora de ser la brújula o estrella del autor en el transcurso por los cielos, Beatriz.

Sobra decir que Beatriz no fue un simple personaje de una de las obras más destacadas de la literatura universal. Beatrice Bici Di Folco Portinari, fue hija de una familia noble florentina. Alighieri, a sus escasos 9 años la conoce y es a partir de ese momento que queda enamorado literalmente a primera vista de ella. Se dice que nunca cruzaron palabra, su mayor interacción: un simple saludo 10 años después de haberla conocido.

Beatriz muere alrededor de los 24 años y poco tiempo después Dante contrae matrimonio con Gemma Donati por imposición, siempre enamorado, siempre amando a su musa, a su protagonista, a su Beatriz.
La muerte de su amada fue razón suficiente para que el poeta escribiera su primera obra conocida; “Vida Nueva”, donde su protagonista y su musa resultan ser la misma persona.
Diez años después vuelve nuevamente a plasmar en tinta este amor en la ya mencionada comedia. Un amor platónico que llevó al gran Dante a imaginar un paraíso en el que su única guía podía ser ella, un amor jamás consumado en la vida real, jamás materializado. Un amor que habitó siempre en la imaginación, en las nubes del arte y en las letras del poeta.

Es mediante Beatriz que encuentra y logra la expiación de cualquier pecado que habitara en su ser. Cualquier defecto podía ser borrado por ella.

¿Es entonces el amor no correspondido el verdadero amor eterno?, ¿Es en realidad la idealización de un imposible una efectiva manera de llevar a la eternidad un amor?

Y entonces, pregunto nuevamente, ¿cuántas veces no nos hemos encontrado en una situación de amor no correspondido, con una ruptura o un desamor que transforma ese ser en la figura más sublime de lo que aspiramos para la eternidad? ¿Es el amor o el desamor el que inmortaliza?
Sólo muere lo que vive, sólo permanece inmortal lo que nunca vivió.



(Este texto fue publicado en el periódico “El Fanzine” no. 11 hhtp://elfanzine.tv )