miércoles, 5 de octubre de 2011

El Dante y su Beatriz




“Amor, que a nadie amado, amar perdona, me ató a sus brazos, con placer tan fuerte, que como ves, ni aún muerta me abandona”, escribió el Dante en el segundo círculo del infierno de su Comedia, refiriéndose a Beatriz, a su eterna Beatriz.

Cuando nos rompen el corazón, cuando sufrimos por un amor imposible, por una ruptura, por un duelo, creemos que nadie ha sufrido igual.  Nada más falso que esto, nada más común también. Ha sido episodio en la vida de personajes célebres, de protagonistas de la historia, en muchos casos de genios artistas que logran transmutar el amor en arte, el sentimiento en creación y el dolor en pasión.

Tal es el caso del Gran Dante; escritor italiano nacido en una familia burguesa florentina en 1265 y muerto en 1321. Poeta, filósofo, pensador político e incluso embajador, con una basta obra literaria y sin embargo al evocarlo nos viene por lo general a la mente dos cosas: la Divina Comedia y Beatriz.

Una comedia que en un principio fue llamada simplemente así y es hasta tres siglos después que se le atribuye el calificativo de “divina”. Una obra que nos lleva a un largo recorrido por el infierno, el purgatorio y el paraíso, donde el poeta romano Virgilio funge como su guía por los nueve círculos del averno y más tarde por el purgatorio. En contraparte, sólo una mujer era merecedora de ser la brújula o estrella del autor en el transcurso por los cielos, Beatriz.

Sobra decir que Beatriz no fue un simple personaje de una de las obras más destacadas de la literatura universal. Beatrice Bici Di Folco Portinari, fue hija de una familia noble florentina. Alighieri, a sus escasos 9 años la conoce y es a partir de ese momento que queda enamorado literalmente a primera vista de ella. Se dice que nunca cruzaron palabra, su mayor interacción: un simple saludo 10 años después de haberla conocido.

Beatriz muere alrededor de los 24 años y poco tiempo después Dante contrae matrimonio con Gemma Donati por imposición, siempre enamorado, siempre amando a su musa, a su protagonista, a su Beatriz.
La muerte de su amada fue razón suficiente para que el poeta escribiera su primera obra conocida; “Vida Nueva”, donde su protagonista y su musa resultan ser la misma persona.
Diez años después vuelve nuevamente a plasmar en tinta este amor en la ya mencionada comedia. Un amor platónico que llevó al gran Dante a imaginar un paraíso en el que su única guía podía ser ella, un amor jamás consumado en la vida real, jamás materializado. Un amor que habitó siempre en la imaginación, en las nubes del arte y en las letras del poeta.

Es mediante Beatriz que encuentra y logra la expiación de cualquier pecado que habitara en su ser. Cualquier defecto podía ser borrado por ella.

¿Es entonces el amor no correspondido el verdadero amor eterno?, ¿Es en realidad la idealización de un imposible una efectiva manera de llevar a la eternidad un amor?

Y entonces, pregunto nuevamente, ¿cuántas veces no nos hemos encontrado en una situación de amor no correspondido, con una ruptura o un desamor que transforma ese ser en la figura más sublime de lo que aspiramos para la eternidad? ¿Es el amor o el desamor el que inmortaliza?
Sólo muere lo que vive, sólo permanece inmortal lo que nunca vivió.



(Este texto fue publicado en el periódico “El Fanzine” no. 11 hhtp://elfanzine.tv ) 





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